Esta semana, Al Gore visitó México para hacer su conferencia “An Inconvenient Truth” en dos ciudades del país. Pero eso no es nada nuevo. El ex candidato estadounidense lleva tiempo impulsando una gira múltiple a diversos puntos del planeta para explicar su punto de vista sobre el cambio climático.
Lo que resulta realmente extraño, es que el actual mandatario de Estados Unidos, George Bush, acaba de convocar a una conferencia multinacional en Washington para los próximos 27 y 28 de septiembre.
La gran sorpresa es que dicho encuentro rondará el mismo tema que ha llevado a Al Gore al estrellato político: “global warming”.
Este giro de Bush consterna. Resulta que el soldado del mundo ahora quiere formar parte de la límpida trinchera de los ecologistas. Pero... que no haya engaño. Hay que medir su discurso bajo la lupa de sucesos pasados: su administración le ha dado la espalda en repetidas ocasiones el calentamiento global como un fenómeno importante para el planeta y Estados Unidos es uno de los países más sucios del orbe.
Por si esto fuera poco, el Presidente beligerante es también uno de los responsables de que Estados Unidos no forme parte del Protocolo de Kyoto, acuerdo que naciones industrializadas han adoptado para el manejo de emisiones contaminantes en concordancia con una economía global.
El 7 de junio, en la reunión del G-8, Bush de nuevo eludió el compromiso para reducir de manera significativa los contaminantes en su país.
Sin embargo, una semana antes de este encuentro el Presidente propuso una especie de “Kyoto personal”, a su medida, y con sus reglas. Este gesto, a todas luces fue interpretado como un intento por controlar la agenda del cambio climático y la generación de energía limpia.
Así las cosas, el mosco que le picó a Bush para convocar a la reunión de septiembre, probablemente sea el de la popularidad perdida.
¿Qué tema podría limpiar su nombre? ¿Qué giro habría de llevar a un camino menos errático al hacedor de la guerra? ¿No es el petróleo lo que está colocando obstáculos y metiendo en aprietos a las naciones del mundo? ¿No es la energía limpia una veta que poco a poco tendrá que explotarse? ¿Y quién tiene el control de todo ello?
Si el cambio climático y sus consecuencias económicas y políticas se han apoderado de una parte importante del quehacer internacional, tenemos la clave para entender los giros de Bush.
Resulta también sospechoso que el Comandante Western esté convocando a su “green meeting” en la misma semana que tendrá lugar otro encuentro similar que organiza la Organización de las Naciones Unidas.
¿Qué dicen los expertos?
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